jueves, 13 de noviembre de 2014

Dicen

Hay quien dice que eres un tesoro de verdades. Que eres un gigante. Y te tocan. Y te besan. Y alaban tu grandeza.

Hay quien dice de tu voz, que es la voz en sus silencios, la que escuchan cuando callan y oyen dentro de sus pechos. La voz de sus gargantas, rotas y maltrechas. La voz que cuenta sus verdades, sus miedos, sus alegrías. La voz de sus noches en vela, de sus días brillantes, de sus tardes inquietas.

Hay quien dice de tus ojos que enmarañan una vida. Que otros ojos que los miran se pierden y abandonan toda esperanza de salida. Que la mirada que les enfrentas es profunda, sincera, llena de verdad. Hay quien ve tu ternura, tu pasión y tu fiereza en esos dos puntos de entrada al alma que siempre tienes abiertos, por si alguien llega buscando cobijo.

Hay quien dice de tu alma que es pura, como una cascada recién parida del frío y la oscuridad de la tierra. Que es tan grande como un mundo entero. La pintan blanca, esponjosa, carente de huellas. Dispuesta siempre a envolver a otras. Dicen que es refugio en las penas, lecho donde pasar las fatigas, luz en la oscuridad, oscuridad para el descanso, compañera de camino y camino entre la niebla.

Hay quien dice de ti que eres tierra donde plantar y cultivar los sueños de los que te rodean. Te llaman conciencia, te llaman corazón, te llaman amor. Te llaman loco. Y locuras haces. Algunas tan grandes que parecen poca cosa. Dicen que te han visto volar, atravesar almas con una mirada, y mirar dentro de los que te miran a ti.

Hay quien dice que podrías cualquier cosa. Que podrían cualquier cosa contigo, a tu lado, junto a ti. Dicen que confían ciegamente en tu sentido, en tu guía y en el bastón que pones a su alcance para guiarles el camino.

Hay quien dice que siempre notan tu mano, a cada momento, sosteniendo, animando. Notan tu presencia detrás y se sienten seguros en sus hazañas. Toman sus decisiones o se dejan aconsejar, pero saben que no subirán solos y por supuesto que caerías con ellos si fuera necesario. Y cuando caigan saben que les gritarás para que se levanten.

Hay quien dice que consumes demasiadas fuerzas en el cuidado de los demás. Que estás agotado, exhausto, débil. Que en la búsqueda de corazones olvidas los límites de la cordura. Dicen que das a cada uno lo que cada cual necesita en el momento adecuado, gastando en ello las reservas de tu propio granero.

Todo eso hay quien lo dice sobre ti.

Pero yo que estoy dentro todo lo veo, todo lo huelo, y todo lo siento. Conozco lo que hay en tus cimientos, las fuentes que emergen de ti y me tumbo bajo el sol que te ilumina. Tú y yo sabemos cuánto hay de verdad, cuánto de sincero.

Tú y yo vemos lo que desconocen y sabemos cuánto se equivocan algunos de ellos...

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