Soy un espíritu de la noche, un duende burlón que te mira mientras duermes. Me gusta beber en las orillas de tu sueño, alimentarme de tus miedos, de tus deseos. De tus más inconfesables secretos.
Me paseo por tus noches como un ladrón, al acecho, siempre vigilante buscándote a ti. Me asomo dentro de tus realidades, de tus suspiros, y me acerco a ellos para hacerlos tan míos que hasta tú mismo olvidas donde nacieron.
Cuando despiertas sigo a tu lado, pero ni aún así eres capaz de adivinar mi presencia. A veces, juguetón, te acaricio suavemente el cabello o soplo sobre él sólo por divertirme, y consigo asustarte en tu ignorancia. Y entonces me siento casi explotar de placer.
Soy el que está cuando lloras, cuando ríes y maldices. El que te escucha las penas y aplaude tus locuras. Yo soy tu compañero cada día, cada noche, y estoy tan cerca que hay veces en las que dejo de ser yo para convertirme en ti. Me enamoro de tus amores, y los abandono cuando los olvidas.
Te susurro en el oído tantas cosas...
Hay quien me llama conciencia, voz interior. Pero no soy más que un duende burlón, sin remordimientos, al que no eres ni capaz de ver. Una criatura sin alma que se nutre de la tuya, que necesita tu calor para calentar sus entrañas.
Me escondo tras tus temores y, desde allí cómodamente sentado, contemplo todo lo que sientes. Me apasiono y me desilusiono contigo, porque sólo yo conozco quien eres.
Y todo lo hago por ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario